28/4/08

Álvaro Uribe, el presidente del escándalo

Se inició en la política antes de cumplir 25 años cuando despuntaba la segunda mitad de la década de los setenta, sus amigos lo reconocen como un hombre polémico, mientras que sus detractores lo acusan de proteger a connotadas personalidades del crimen organizado: es Álvaro Uribe, el presidente colombiano que pasará a la historia de América Latina como el artífice de una de las peores crisis registradas en la región, tras haber incursionado militarmente en territorio de Ecuador para golpear a la guerrilla de las FARC.

Originario del departamento de Antioquia, en el noroeste de Colombia, la imagen pública de Uribe oscila entre la popularidad y el escándalo; el gobierno que dirige desde 2002 cuenta con más de 80% de aceptación, algo inusual entre los políticos de su país, aunque al mismo tiempo cotidianamente recibe toda clase de acusaciones en su contra, destacándose aquellas que lo señalan como presunto protector de los temibles grupos paramilitares.

Miembro del movimiento conservador Primero Colombia que lo llevó a la presidencia de ese país hace seis años, luego de que no obtuvo el suficiente apoyo del derechista Partido Liberal, Uribe Vélez ya se acostumbró a navegar sobre aguas tormentosas bien sea por las críticas que genera su programa de lucha contrainsurgente o por lo mal que lleva las relaciones diplomáticas con sus vecinos Ecuador y Venezuela.

Pero para el común de los ciudadanos que gobierna, este hijo de ricos hacendados es el único político que logró la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), el grupo paramilitar más importante de esa nación, cuya estela de sangre difícilmente será olvidada por los familiares de unas 125,000 personas que fueron desaparecidas o asesinadas por ese colectivo ilegal durante los últimos 20 años.

Sin embargo, diversas organizaciones sociales aseguran que el desmantelamiento de las ultraderechistas AUC no ha sido del todo exitoso. De hecho, aunque el gobierno uribista se niega a reconocerlo, son muchos los testimonios que hablan de grupos escindidos de las bandas paramilitares que siguen operando.

“Las violaciones a los derechos humanos y al derecho humanitario internacional, tanto dentro como afuera del conflicto armado en Colombia son las peores del continente americano”, afirma el proyecto Desaparecidos, institución que incluye a las fuerzas regulares del Ejército colombiano entre los principales violadores de garantías individuales.

A nivel internacional, la presidencia de Uribe también ha sido señalada por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de la OEA (CIDH) al considerar en su último informe (2007) que en Colombia “conviven aún los efectos del conflicto armado” a pesar de las iniciativas “de promoción y protección de los derechos humanos”.

Acosado por la guerrilla y el narcotráfico, principalmente, este país padece una violencia endémica que continúa “golpeando a los sectores más vulnerables de la población civil”, añade el diagnóstico de la CIDH.

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