30/4/10

Seis décadas y media

Faltan unos meses para que acabe la guerra, no creo poder vivir hasta entonces, aquí hace demasiado frío y la primavera parece que nunca llegará. Mamá fue trasladada a otro campo, de papá nos separamos el año pasado, mi hermana tampoco resistirá más. Las dos tenemos tifus.

Aquel día en el anexo el sol brillaba como nunca, el castaño lucía hermoso a pesar del otoño. Por una extraña razón, yo mostraba un entusiasmo comparable con la celebración de algún cumpleaños. Subía y bajaba del ático, me cambié el vestido dos veces, hasta lucir lo mejor posible.

Lo que más echo de menos es mi pelo. En esa mañana renegué hasta cansarme frente al espejo, ignorante de lo que se venía encima. Aún recuerdo el tacto suave del camisón, el olor a conservas, la taza de té caliente y mis estampas de cine. Hoy nada de eso existe, somos una sombra de lo que éramos en el escondite.

Ana.
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Se supone que hoy, el día de mi boda (al fin), debería estar brincando de alegría, pero estoy hastiada, tengo jaqueca, llevo meses con este dolor, dicen que es por respirar aire viciado. El médico recomienda que salgamos al patio, ¿Que piensa ese doctor, que somos tontos? ¿Qué no sabe que nadie ha podido estar más de tres minutos afuera sin arriesgar el pellejo por las bombas?

Hoy comeré pastel con merengue, beberé todo el alcohol almacenado, quisiera sonreír, pero no puedo. Quedan pocas horas.

Eva.
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P.D.
http://www.youtube.com/watch?v=66g5-TlcX_s&feature=related

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29/4/10

Mujeres

Una mujer se encargó del dictamen que ordenó la liberación de dos indígenas injustamente condenadas por el delito de secuestro. La noticia fue escuchada con alegría por otro par de mujeres que sufrieron hace meses la misma suerte: una, acusada de violar la Ley general de población de México, al ayudar a migrantes indocumentados centroamericanos, y la otra por estar cerca de las dos primeras, vendiendo agua, en el peor momento de sus vidas, aquel que no borrarán jamás de su piel morena.

A su vez, con un perfil diametralmente opuesto, una guapa venezolana se atreve a denunciar a sus explotadores en un exclusivo "table dance" de la Ciudad de México, mientras una comunicadora se acerca a una abogada para plantarle cara -jurídicamente hablando- al registro nacional de celulares.

Lejos de todas ellas, otra mujer escribe cartas a sus hijos desde la clandestinidad, pertenece al grupo dirigente del EPR, esa desdibujada guerrilla que no obstante su aparente debilidad suele recordarnos de vez en cuando que en este país todavía hay algunos dispuestos a tomar las armas.

Lo mismo sucede en otras naciones: En la década de los años setenta decenas de jovencitas, guerrilleras o aspirantes a serlo, enfrentaron con valentía las torturas de la dictadura militar argentina, al mismo tiempo que sus madres desandaban el camino entre la Plaza de Mayo y las hermosas calles de la entonces gris Buenos Aires. Hoy escenas similares se repiten en La Habana, y en Chechenia, a veces también en Moscú.

Se trata de una imagen escalofriante: La certeza llega con el rostro, femenino, de la injusticia. Damas de Blanco, Teresa y Alberta, Madres de Plaza de Mayo, ex presas de conciencia, Anna Politkovskaya, Emilia Contreras, Angélica Felicia, Digna Ochoa, Jacinta. Todos los nombres tienen un verbo en común y varios adjetivos sinónimos del mismo.

Secuestradas, violadas, vejadas, encarceladas, desaparecidas, robadas, explotadas, despedidas, acusadas, condenadas, obligadas, amenazadas, asesinadas, desilusionadas, pobres o sin poder, salvo la primera que se menciona al inicio, ella, Ministra de la Suprema Corte corrió con mejor suerte.

27/4/10

Fortuna

Pretendía escribir acerca de mi ingreso -momentáneo- a la dimensión desconocida de los trámites en la capital mexicana, todo un experimento antropológico, social y psíquico digno de un relato de Kafka, pero después de lo que vi ayer en el supermercado desistí de esa idea, por la simple y sencilla razón de que suena muy presuntuoso estarse quejando de algo tan insignificante como levantarse a las 6 am, subirse al auto e ir a perder al menos seis horas de mi vida haciendo fila en una oficina gubernamental.

Soy afortunada por poder hacer los tortuosos trámites con el estómago lleno y bien abrigada, mientras millones de mexicanos sortean la difícil situación económica que desde hace unas cuatro décadas llegó para quedarse en amplias zonas del país.

Mientras yo bebo mi café, hay una mujer a la que las monedas no le alcanzan para una manzana y un pequeño y delgado bistec. Es una señora de unos 70 años o más, con los estragos del hambre a cuestas y el rostro ajado de tanto imaginar una vida con mejores condiciones económicas.

Las promesas de los gobernantes son como un mal sueño para ella, algo nebuloso que sólo es contrastable cuando recorre los pasillos del súper cuyos anaqueles rebosan de productos que jamás podrá comprar. No se trata de un lujo, me refiero solo a lo indispensable, a lo que humanamente una anciana de su edad debe comer para vivir tranquila.

La cajetilla de cigarros que me fumo tiene un valor de 30 pesos, menos de tres dólares, poco más de dos euros, pero a ella no le alcanza para comprar -juntos- la manzana y el bistec, que suman algo así como 25 pesos con 60 centavos.

Sus manos, manchadas por el paño, se desesperan buscando más monedas de 50 centavos, solo aparecen dos pero de diez, esas pequeñitas que yo tenía años sin ver y que me demuestran lo bien que están las cuentas macro y micro económicas en este país.

La escena, ocurrida delante de mí en una caja del súper, me recordó que en esta nación dizque bicentenaria el futuro es totalmente incierto: Yo misma, dentro de unos cuarenta años, podría ser esa mujer.

Por eso aguanté las lágrimas, le dije a la cajera que le devolviera las monedas a la señora, que yo pagaría su cuenta. Es lo menos que puedo hacer y con vergüenza, por tener la fortuna que tengo, ser una clase mediera tapatía, habitante del Distrito Federal, que puede levantarse a las 6 am y conducir el auto hasta la oficina donde el gobierno ejerce de ladrón, ese que desde hace rato se robó el futuro de los ciudadanos.

13/4/10

Cumbre del BRIC

En esta semana se realiza la segunda cumbre del bloque de países BRIC (Brasil, Rusia, India y China). El anfitrión es el gigante de Sudamérica, ese país que, independientemente del color de su gobierno, ha logrado en menos de un lustro el liderazgo internacional que antaño le pertenecía a México.



Los países de este bloque figuran entre las primeras diez economías del planeta, y de hecho las cuatro naciones representan poco más del 15% de la producción económica mundial. La población que concentran estos países equivale a la cuarta parte de los habitantes del mundo, destacándose China e India, que en conjunto reúnen a 2,436 millones de personas.

El espíritu del bloque de países BRIC está cimentado en la intención de lograr un nuevo orden mundial que de cabida a este tipo de economías, las cuales dejaron el tercer mundo hace unos años, aunque al mismo tiempo no han podido llegar al primero.

8/4/10

Abogada, astuta, audaz

El tema que ya aburre a muchos y que saturó en las últimas dos semanas las páginas de la prensa mexicana, el caso de la desaparición-aparición-y-muerte de la niña Paulette Gebara Farah, puede analizarse desde varios ángulos: mediático, jurídico, sociológico y psicológico, lingüístico y de género.

En este último, no deja de sorprenderme la discriminación verbal utilizada por la fiscalía del estado de México, el público de las redes sociales, y en general la vox populi de este país, demostrando una vez más el profundo arraigo que tienen ciertos estereotipos entre los mexicanos.

La madre de la menor es una "abogada astuta y audaz", según el diagnóstico de personalidad emitido la semana pasada por una perito psiquiatra de la misma fiscalía. Esas características no convierten a nadie en asesino, jurídicamente hablando, pero sí elevan a la persona calificada como tal en el blanco perfecto de las sospechas y acusaciones.

Si se habla de un abogado (en masculino) astuto y audaz, sin duda sería un buen litigante, digno de recomendación, lo mismo sucede con cualquier otro ejecutivo, si se es ambicioso, incluso frío, el estereotipo nos remite a un hombre de éxito capaz de solventar grandes problemas y ofrecer mejores resultados en cualquier empresa.

Pero si la letrada es audaz y astuta hay que desconfiar, en el caso de que las lagrimas no afloren de inmediato en las pupilas de esa profesionista las sospechas se incrementan, y ni hablar de ser ambiciosa, pues ese adjetivo -en femenino- tiene una connotación negativa en el español de los mexicanos.

Como la mayoría en este país, no tengo la menor idea sobre lo que le pasó a Paulette, sin duda es una tragedia, la menor perdió la vida, y las circunstancias que rodean al caso no están claras para nadie. No estoy defendiendo a la madre, ni al padre, ni a las empleadas domésticas, ni a la fiscalía. Sólo intento "indiciar", es decir, señalar y apuntar mis sospechas contra los términos lingüísticos que utilizamos de manera diferenciada según el género.

Yo no soy madre, pero sí he sido una periodista y una mujer ambiciosa, en ocasiones fría. Por supuesto, admito que también soy abogada, astuta, audaz.

5/4/10

Drogas y Dinero Global

Ha llegado la hora de admitirlo: El problema del narcotráfico no puede ser analizado exclusivamente bajo una perspectiva nacional; tal y como ha sucedido con la economía de todo el mundo, el trasiego de drogas en particular, y el crimen organizado en lo general son, desde hace por lo menos una década, un fenómeno global que ha ido consolidándose como una empresa -ilícita por supuesto- cuyo manejo financiero es similar a las grandes corporaciones internacionales.

Este comercio delictivo también posee varios rostros, destacándose el de los campesinos pobres en vastas zonas del tercer mundo que son utilizados como mano de obra barata. Al respecto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) considera que la violencia y la corrupción asociadas al mercado negro deben combatirse tomando en cuenta el entramado social y económico en el que se sustenta el tráfico de drogas.

No sólo se trata de evitar el trasiego de estupefacientes, en esta lucha hay que incluir al tráfico ilegal de armas, pero también de personas, la demanda y consumo de narcóticos en todo el mundo, y sobre todo abatir la impunidad.

Y es precisamente ese último aspecto el que más nos debe preocupar, el crimen organizado no está solo, cuenta con la complicidad de sectores sociales que le nutren cotidianamente de sicarios, vigilantes, y traficantes al menudeo, entre otros. El reto es ir más allá del diagnóstico y atacar los factores sociales y económicos que sustentan al narcotráfico, de hecho el trabajo de inteligencia debería centrarse también en los nichos financieros del narcotráfico.

De acuerdo con el Departamento de Estado estadounidense se estima que el 90% de la cocaína que ingresa a ese país transita por territorio mexicano, pero también lo hacen una parte de los recursos económicos producto de esas ventas ilícitas (más de 50 billones de dólares al año). Por eso es necesario que los dos países actúen también de manera conjunta en contra de las estructuras financieras creadas por el narcotráfico.