“La operación fue absolutamente impecable, nosotros no sabíamos lo que estaba pasando, no se disparó ni un solo tiro, no se mató a nadie”, explicó la ex candidata presidencial colombo-francesa poco antes de llegar --por fin libre-- a Bogotá.
Ingrid Betancourt, secuestrada por la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) el 23 de febrero de 2002, fue rescatada, junto con 14 rehenes más, gracias a un operativo de inteligencia que implicó infiltrar durante un año al grupo rebelde.
Engañados, los guerrilleros habían decidido trasladar a los secuestrados en un helicóptero sin insignias de una organización amiga, esa fue en realidad la “pantalla” de la operación Jaque con la que el gobierno colombiano liberó a Betancourt, a 11 oficiales del Ejército y de la policía, y a tres contratistas estadounidenses que permanecieron cautivos entre seis y diez años en las selvas del Guaviare, en el sureste colombiano.
Fingirse guerrilleros
Según fuentes militares que participaron en el rescate, desde 2007 dos oficiales de inteligencia lograron infiltrarse en el secretariado de la guerrilla, el máximo órgano dirigente de las FARC. De igual forma, otros dos hombres llegaron hasta el Frente 1 del grupo insurgente, encargado de la custodia de los secuestrados más importantes.
En una segunda etapa, los infiltrados lograron convencer a los guerrilleros que el nuevo líder de las FARC, Alfonso Cano, había ordenado la reagrupación y traslado de los 15 rehenes a una nueva zona en la que --supuestamente-- esperarían un acuerdo humanitario.
Los secuestrados, que se encontraban distribuidos en tres campamentos guerrilleros, fueron reunidos en un solo grupo la mañana del miércoles 2 de julio. Después de cruzar un río en canoas, de acuerdo con el relato de Ingrid Betancourt, abordaron el helicóptero que sin saberlo los llevaría a la libertad.
Ya en la aeronave, en menos de un minuto los militares que fingían ser guerrilleros neutralizaron a los dos mandos de las FARC que acompañaban a los cautivos, fue entonces cuando les dieron la noticia: “Somos el Ejército nacional, están libres”.
Si el gobierno colombiano “no hubiera tomado el riesgo, quien sabe cuantos años más hubiéramos seguido en ese calvario”, dijo Betancourt al reconocer los peligros de la operación, debido a que las FARC mantienen como consigna el asesinar a todos los secuestrados antes que permitir que se escapen o sean rescatados.
“Yo siempre pensé que un rescate era posible (…), todo se hizo de manera impecable, las personas que llevaron el operativo a cabo hicieron un trabajo de inteligencia que permitió que nadie se diera cuenta, ni los comandantes, ni la tropa y mucho menos nosotros”, detalló la ex candidata presidencial.
Abogando “por los otros secuestrados que siguen en la selva”, Betancourt agradeció al presidente colombiano Álvaro Uribe, quien con este rescate se anotó el mayor éxito de su gestión, a pesar de las dificultades que enfrenta debido a los nexos de altos funcionarios de su gobierno con grupos paramilitares.
Regreso a la vida
“En la selva, como secuestrado, todo hace falta, cualquier cosa es un lujo: un pedazo de jabón, el cepillo de dientes, todo eso lo cuida uno mucho porque las cosas que son esenciales allá son muy escasas”, relató Ingrid Betancourt.
Vistiendo una vieja camiseta gris bajo un chaleco camuflado que le ayudó a ocultar su delgadez, la ahora celebre ex rehén confesó sentirse “como si volviera de un viaje al pasado”.
“Es como si regresara de la prehistoria, hace mucho no veo la luz eléctrica, hace mucho no tengo agua corriente; cuando me subí al avión se me había olvidado como se cerraban y se abrían las puertas de los baños, en fin, es volver a la civilización”, dijo conmovida.
Betancourt, de 46 años, padeció en la selva dos tipos de paludismo, desnutrición, gastritis crónica con reflujo del esófago, irritación del colon, dolores agudos en la región abdominal y hepatomegalia (crecimiento del hígado), según el reporte de un médico de la guerrilla que la examinó y que fue capturado por la Fiscalía de Colombia en abril pasado.
De hecho, su estado de salud llegó a ser tan delicado en los últimos meses que “ya ni siquiera entendía lo que decía su familia” a través del programa radial que sirve para alentar a los cautivos de las FARC, explicó William Pérez, un militar liberado junto con Ingrid Betancourt.
La debacle de las FARC
El exitoso rescate fue interpretado de inmediato como la prueba de que las FARC están prácticamente derrotadas, aunque Ingrid Betancourt prefirió calificar el operativo como “un golpe fulminante” para la guerrilla.
“Sería muy fácil decir que las FARC están derrotadas, yo simplemente quiero darles testimonio de lo que he vivido: desde hace un año los víveres llegan de manera muy difícil, hemos comido escasamente, muy poca variación en la comida, cero fruta, cero verduras, eso es una señal de que la logística puede estar en dificultades”, comentó.
Otra señal de que la situación en la guerrilla no es la óptima se expresa en el calzado de los secuestrados. “Estas botas nos toca parcharlas porque no hay manera de que nos faciliten botas nuevas”, dijo Ingrid Betancourt.
Sin embargo, el símbolo de que las cosas cambiaron en las FARC tras la muerte de su líder histórico, Pedro Antonio Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda, “Tirofijo”, es el diccionario que hace unas semanas le proporcionaron sus captores a Ingrid.
En la mochila “traigo un diccionario que pesa mucho, después de muchos años de suplicar que me facilitaran un diccionario hace un par de semanas me lo trajeron, y marchando con el diccionario a cuestas aquí estoy”, expresó.
Unas horas después de su rescate, la ex candidata presidencial colombiana se reencontró con sus hijos, Melanie y Lorenzo, quienes llegaron a Colombia desde París, donde han radicado desde que su madre fue secuestrada hace más de seis años.
La operación encubierta que permitió el rescate mereció todo tipo de elogios de parte de los gobiernos de Estados Unidos, Francia, Venezuela, Argentina y México, entre otros, que también exhortaron a la guerrilla a someterse a un proceso de paz.
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