29/4/10

Mujeres

Una mujer se encargó del dictamen que ordenó la liberación de dos indígenas injustamente condenadas por el delito de secuestro. La noticia fue escuchada con alegría por otro par de mujeres que sufrieron hace meses la misma suerte: una, acusada de violar la Ley general de población de México, al ayudar a migrantes indocumentados centroamericanos, y la otra por estar cerca de las dos primeras, vendiendo agua, en el peor momento de sus vidas, aquel que no borrarán jamás de su piel morena.

A su vez, con un perfil diametralmente opuesto, una guapa venezolana se atreve a denunciar a sus explotadores en un exclusivo "table dance" de la Ciudad de México, mientras una comunicadora se acerca a una abogada para plantarle cara -jurídicamente hablando- al registro nacional de celulares.

Lejos de todas ellas, otra mujer escribe cartas a sus hijos desde la clandestinidad, pertenece al grupo dirigente del EPR, esa desdibujada guerrilla que no obstante su aparente debilidad suele recordarnos de vez en cuando que en este país todavía hay algunos dispuestos a tomar las armas.

Lo mismo sucede en otras naciones: En la década de los años setenta decenas de jovencitas, guerrilleras o aspirantes a serlo, enfrentaron con valentía las torturas de la dictadura militar argentina, al mismo tiempo que sus madres desandaban el camino entre la Plaza de Mayo y las hermosas calles de la entonces gris Buenos Aires. Hoy escenas similares se repiten en La Habana, y en Chechenia, a veces también en Moscú.

Se trata de una imagen escalofriante: La certeza llega con el rostro, femenino, de la injusticia. Damas de Blanco, Teresa y Alberta, Madres de Plaza de Mayo, ex presas de conciencia, Anna Politkovskaya, Emilia Contreras, Angélica Felicia, Digna Ochoa, Jacinta. Todos los nombres tienen un verbo en común y varios adjetivos sinónimos del mismo.

Secuestradas, violadas, vejadas, encarceladas, desaparecidas, robadas, explotadas, despedidas, acusadas, condenadas, obligadas, amenazadas, asesinadas, desilusionadas, pobres o sin poder, salvo la primera que se menciona al inicio, ella, Ministra de la Suprema Corte corrió con mejor suerte.

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